¿QUÉ ES LA NEUROSIS PUBLICITARIA?

¿Qué clase de mundo es este en el que existe un exitoso método de marketing llamado ass-vertising?

Expertos veteranos del marketing, cargados de cursos y postgrados, han pensado que es una buena idea poner el logotipo de su empresa en la ropa interior de esculturales chicas que luego buscan cualquier excusa para agacharse y mostrarlas por las calles y centros comerciales del mundo.

Han llegado a pagar a adolescentes para que se pinten un logotipo en la frente y luego lo pasean por el campus, atrayendo las miradas y burlas de sus compañeros.

Podemos encontrar anuncios en  las bolsas para mareo y en las bandejas de los aviones, así como en el papel higiénico.

Existe el egg-vertising (¡sí, anuncios en huevos!), y algunas empresas ponen anuncios en la parte de atrás de las nóminas.

En 2004, una campaña de USA Network para un show llamado Traffic: The Miniseries consistió en distribuir cincuenta mil billetes de un dólar con pegatinas que anunciaban la fecha, hora y canal de la emisión.

Los billetes se pusieron en circulación en bares de Nueva York y los Ángeles.

El marketing experiencial es prácticamente lo opuesto a este tipo de estratagemas.

Para los profesionales del marketing experiencial, los consumidores esperan productos, comunicaciones y campañas publicitarias que deslumbren sus sentidos, lleguen a sus corazones y estimulen sus mentes.

En otras palabras, los consumidores esperan que el marketing experiencial emplea voces llenas de credibilidad, experiencias sensoriales y respeto por el consumidor en sus tácticas y estrategias.

Se utiliza para crear conexiones directas y significativas entre las empresas y sus clientes. Aun así, la mayor parte de los publicistas tradicionales sigue bombardeando al consumidor con marketing de base de datos.

Algunas marcas patrocinan bodas. Se puede envolver un edificio de oficinas de setenta pisos con una malla de tela para hacerlo parecer una botella de Pepsi.

El año pasado, un joven de veintidós años de Illinois llamado Jim Nelson puso a subastar en eBay “Espacio para publicidad” en la parte de atrás de su cabeza.

La oferta ganadora, la empresa de alojamiento web CI Host, obtuvo un espacio de unos doce centímetros cuadrados en la cabeza de Nelson, que se hizo un tatuaje permanente con el logotipo y el eslogan de la empresa.

Su contrato estipulaba que debía conservar el tatuaje visible durante al menos cinco años. La venta con éxito de espacio en la cabeza hizo que apareciera una empresa dedicada a ofrecer anuncios en tatuajes a cientos de clientes corporativos.

Según el sitio web de TatAd, especializada en algo llamado “tattooverting”, la iniciativa ha revolucionado la publicidad y la relación entre clientes y empresa.

Hace treinta años, el norteamericano medio recibía al día 560 mensajes publicitarios. Hoy en día, el consumidor medio está expuesto a entre 3,000 y 4,000 mensajes de marketing, desde vallas publicitarias y dirigibles a anuncios en televisión y pop-ups en Internet.

Estas cifras (que, según mis estimaciones, son mucho más elevadas en el caso de los jóvenes) crecen cada día. Consecuentemente tenemos demasiado ruido comercial en nuestras vidas: el ensordecedor ruido del bombardeo de marketing y la sobredosis de publicidad.

Este nivel de ruido se considera ya una saturación. La saturación es el motivo por el que se inventaron los grabadores digitales de televisión (TiVo): para liberarse de toda la basura que realmente no queremos ver pero sigue saliendo por televisión de todas formas.

La saturación publicitaria es el motivo por lo que existen bloqueadores de pop-ups.

Incluso el aseo (tal vez el último bastión de privacidad) ha dejado de ser un refugio para el consumidor consciente del bombardeo publicitario. Los publicistas están pagando por poner anuncios en las paredes de los baños portátiles y en el interior de los urinarios (¡si, en el interior de los urinarios!) para atraer a un público que es “prisionero de sus necesidades biológicas”.

Los consumidores son asaltados con publicidad de marcas a cada paso y en cualquier lugar del cosmos. En la actualidad, con alarmante frecuencia, los consumidores encuentran marcas en la noticias. Todos los días mencionan en el telediario alguna novedad en publicidad, relaciones públicas, cultura pop o “noticias” acerca de famosos.

La importancia y prevalencia de las relaciones públicas y de los golpes de efecto publicitarios han alcanzado su nivel más alto.

Los lanzamientos de películas, las portadas de las revistas, las ventas de los discos, los ciclos de noticias y las presentaciones de productos confían en las relaciones públicas y el efecticismo como si les fuera la vida en ello.

El axioma de estas campañas de publicidad es sencillo: cuanta más escandalosa sea la historia, mayor será la cobertura mediática.

Es lógico que el consumidor moderno ya esté acorazado y a prueba de sensacionalismo de masas. Aún peor, estas predominantes estratagemas de marketing y publicidad se caracterizan por ser impersonales y claramente ajenas a los deseos del consumidor.

Con estas técnicas no se produce una conexión emocional.

El consumidor no tiene ningún respeto inherente por estas estrategias. No se crea una interaciión después de su puesta en práctica. No hay conversación entre consumidores y marcas. Sólo es ruido.

 

De esta manera, lo conducente siempre será generar una campaña publicitaria personalizada. Basada en un estudio de viabilidad de marca

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